sábado, 10 de abril de 2010

Día 10

Hay un mundo con el que no estoy conforme, en el que la gente se siente cada vez más alejada. Me pasaba que cuando mi abuelo vivía las personas se acercaban a él para rememorar los viejos años: un amor de juventud, un trabajo, los paseos a caballo, los partidos de beisboll, el juego de tennis que quedó pendiente. Me pasaba que le miraba y mis ojos se inundaban. Ellos tenían esa clase de conexión que las nuevas generaciones perdíamos, nos volvimos más distantes, más crédulos, menos humanos, más solitarios y viscerales. Sí, y quizá ahora tengan razón cuando me dicen que no puedo cambiar las cosas; pero no estoy dispuesta a vivir en un mundo con esas características.

viernes, 9 de abril de 2010

Día 9

Habría viajado a la luna, aunque tarde, por aquello que creí amar. Sin embargo, eso hubiese significado la muerte segura, pero no me importaba. En ese momento me preocupaba más persistir en su memoria, que vivir feliz. Todo hubiera dado, en trozos o por pedazos: mi corazón, mi cabeza, mis manos, mis pies.

Sí, deje de ser yo para convertirte en una extensión de su ser. Y yo pensé que eso quería cuando en realidad sólo me quería a mí tal y como me conoció. Vaya error, tan de novatos, tan de tontos enamorados… cómo disfruto ahora al recordar aquello que casi me parte en dos.

jueves, 8 de abril de 2010

Día 8

A lo largo de una vida se conoce a muchas personas, de las que muy poca persistirán con el paso del tiempo. Habrá momentos duros: no a todas lastimaremos, no todas nos perdonarán, no todas nos lastimarán y no a todas perdonaremos. Así va, aunque duela.

miércoles, 7 de abril de 2010

Día 7

Tenía 23 y no sabía muchas cosas. A veces abría la boca en un bostezo y, sin querer, me comía el mundo. Otras ocasiones era más discreta y aunque tenía hambre, no podía dar un bocado. Así era entonces, incluso ahora. No siempre soy capaz de transformar los momentos en capítulos de mi vida, pero nunca es tarde y aún no me doy por vencida.

martes, 6 de abril de 2010

Día 6

A veces no nos damos cuenta de que convivimos con personas maravillosas; pero si esas personas persisten en nuestra vida, un día sin saber cómo ni cuándo, lo sabes y disfrutas. De lo contrario, pues nada.

lunes, 5 de abril de 2010

Día 5

Todo lo que conoces cambia porque tiene el derecho de hacerlo. Las personas que conociste hace diez o veinte años ya no son las mismas personas ahora. El brillo de sus ojos, la comisura de sus sonrisas, su cabello, su corazón y pensamiento se transforman.
Nosotros, la contraparte, tenemos el derecho de elegir si aceptamos esas transformaciones o no. Somos libres para forjar nuestra vida con todos sus detalles: personas, sentimientos, sueños, metas, ilusiones…
Sin embargo, la dulzura y la clase de amor que se obtiene cuando compartimos recíprocamente esos cambios, es exquisita y deliciosa. Difícil al principio, pero aliviadora al presente.

domingo, 4 de abril de 2010

Día 4

Leí “Manual de autoayuda 8” y entendí que estaba haciendo bien, que hoy estoy haciendo bien en inmortalizar lo que me es importante.

Al principio, cuando comencé a escribir tuve miedo de modificar los recuerdos y confundir la realidad con la ilusión. Después comprendí que no tenía por qué preocuparme, de cualquier modo eso hacía cada día de mi vida:

No hay nada que habite en mi cabeza que no haya pasado con el verdugo, quien decide qué cosa ha de quedarse conmigo y qué cosa habrá de partir recién encienda la mañana.

Recuerdo como el corazón troquelaba mi cabeza, como ame hasta partirme en dos… el tiempo, los días negros y el sube-baja de mi vida.

Le recuerdo, le abrazo.

sábado, 3 de abril de 2010

Día 3

En ese entonces, vi crecer soles por todas partes. De la tierra, del fuego, del aire, del agua, del universo entero salían soles y noches, estrellas pequeñas y gigantes. Todo se arremolinaba dentro como un universo diminuto que me absorbía cada día más hacía dentro.

Había ocasiones que la luz y ese azul celeste me hacían olvidar respirar. Todavía hoy, algunas veces, escucho esa risa que me paralizaba el corazón. No puedo dormir hasta que pienso en sus cabellos y me abrazo a su sombra languidezca y pálida. Me amarro a su cintura sin que lo sepa y vuelo.

El resto de los días soy una buena compañía, sin metas a largo plazo, sin charlas sobre el futuro. Descubrí que el amor es la invención más grande del ser humano. ¿Quién fue el primero en amar y ser amado? ¿Quién será el último?

viernes, 2 de abril de 2010

Día 2

Me gustaba mucho lo qué hacías, quién eras, me gustaba todo de ti. Bueno no todo, pero de algún modo extraño respetaba lo que no. Sí, está bien, voy a confesarlo, hubo un tiempo en que quise cambiarte porque eras todo lo que yo deseaba y temía.

Hasta esos días, yo no tenía la fuerza suficiente para hacer lo que realmente deseaba. Sin embargo, tú decidiste terminar lo que no querías y hacer las cosas que deseabas sin pensar en más. Aún hoy puedo ver cómo salen de tu corazón partituras y, si guardo silencio escucho el transcurrir de la sangre por tus venas en una bella sinfonía.

Eras paciente, vaya que lo eras. Yo una desenfrenada.

Eras importante porque no sólo existías sino porque pensaba en ti, incluso antes de hacerlo.

Pero lejos de todo, aprendí algo: las personas que trascienden, aún a pesar de nuestras propias expectativas y deseos, son aquellas de las que no debemos alejarnos; sin embargo, debemos aprender a vivir sin ellas.

Lo logré. Ya no tengo 23.

jueves, 1 de abril de 2010

Mis 23 y poco más...

Me he propuesto escribir un diario de mis sensaciones. Hoy medité sobre qué sería de mí en un par de años, cómo (probablemente) vería este momento de mi vida y el resultado fue así:

"nuestras vidas empiezan a morir el día que callamos
cosas que son verdaderamente importantes..."
M.L.K.

Crecí con la imponente capacidad de no saber cómo decir las cosas. Sin embargo, con el paso del tiempo, también llegue a perder la claridad del sentimiento que se transforma en pensamiento y luego en palabra.

A los 23 años hablaba poco, realmente casi nada; sobre todo si se trataba de mí y las percepciones que tenía del mundo de entonces. En esos días mi corazón se sostenía con un pequeño hilo, tan delgado y ligero que pude ahorcarme con él y terminar degollada delicadamente.

Hacía tres, ya casi cuatro años, que había conocido la locura de un amor producto de la globalización o, cuando menos, de la sociedad de la información. Leí a María José en un portal de fotografías y sin saber por qué, comencé a escribirle cada día. Algo dentro de mí se conectó con algo dentro de ella. Fue mi perdición.

Creo que en ese momento, muchos de nosotros nos vimos envueltos en los resultados del desarrollo tecnológico. Fuimos de las primeras generaciones en experimentar los cambios y sus consecuencias.

Entonces las cosas sucedieron más o menos así…

Dentro de mí, una pequeña luz se mantenía viva. Por primera vez aceptaba que no sabía a dónde iba, ni cómo llegaría; reconocía mi inconstancia y el poco amor que me tenía. Aleje muchas personas de mi vida, incluso mientras crecía, pero la que más me dolió fue ella.

Durante días dormitaba apenas y sin saber por qué, escuchaba dentro de mí su voz suave agitarse hasta crear una tormenta; su rostro blanco se sonrojaba y entristecía. Nada pude hacer mientras destrozaba nuestro sueño.

Años más tarde seguiría aferrada a ese sueño, destrozando otros. Yo no lo sabía.