domingo, 28 de marzo de 2010

Sin sentido

Y no sé qué voy a hacer contigo en mi vida. ¿Dónde te acomodo? Vamos, que sé que te puedo apreciar, que me puedo sonrojar (justo como cuando me miras), pero de eso no va la vida. La vida va mucho más allá, va de amar, de romperte el alma y el corazón, de que se te va el aire, de que no te queda nada si de pronto, en un instante, miras a una persona y descubres lo que hace mucho habías olvidado: que vale la pena vivir, que no importa qué o cuánto sea ese momento, lo entiendes todo; que vale la pena vivir sólo por mirarle y amarle desde el fondo, con cada pliegue, con cada hueco, con cada vello. Lo entiendes todo. O cuando menos, ya no preguntas nada.
Hace mucho que se me fue la cabeza y los pies también; mucho tiempo que no voy en sintonía con este mundo, que no tengo espacio. Hasta un desliz me sabe mal y actúo justo como las personas que critico. ¿Ves? Ya no sé de qué va este momento de mi vida y aún así tú insistes en quedarte conmigo y me divierte, pero no debe divertirme, debe arrancarme el alma, debe dejarme sin aliento.
Mientras tú, que lo sabes y me miras, te me pones enfrente y me das cada dos semanas, dos semanas más para que lo piense. Esperas que decida quedarme contigo. Yo no decido nada y otras dos semanas más. No es justo. No es justo, pero me gusta jugar aunque te rompa el corazón y tú no logres colocar al mío.

martes, 2 de marzo de 2010

Mi primero de marzo

Ha pasado bastante tiempo, o al menos así lo siento yo, desde que escribí la última cosa-crónica de mi vida. Todo lo que saltaba de mí, incluso ahora, son versos mal dichos o mal expresados. Pero hoy estoy aquí para contar mi primero de marzo de este año 2010.
Reuslta que la gente se sigue muriendo sin avisar, que no hay oportunidad para los sensibles y sinceros, pero si para los buitres que esperan un momento de reflectores. Murió Carlos Montemayor y entre lágrimas de sus cercanos, claro, como cuando muere todo personaje importante, hubo algunos que aprovecharon la ocasión para brillar (como dice mi madre) en sociedad.
A Montemayor lo vi en 2008 cuando se realizó el III Festival de poesía en Lenguas Indígenas. Me pareció más bien un ser de esos que gozan el reconocimiento. Amable a su estilo. Propio. Y quizá, por la gente que hay en su alrededor, no me generó más.
El asunto es que la muerte anunciaba que me iba a cambiar de casa. [Ojo: no menosprecio su muerte, me parece muy inesperada (como todas), pero más porque la gente de letras, música y artes siempre tiene mucho qué hacer y decir]. Regresando al punto. Sí, me fui a vivir fuera de casa de mi abuelo y padres. Tomé mis pocas cosas y, por circunstancias, me vine al sur de la Ciudad de México a vivir con una compañera de trabajo.
Ayer cenamos pasta y bebimos vino. Hoy calentamos agua en la estufa-parrilla. Nos augura un buen futuro nuestro modo rustíco de vida. La situación es circunstancial. Y como yo no pienso mucho las cosas, pues aquí estoy durmiendo en el piso e intentando sobrevivir.