Antes de esto, de poner mi cuento quiero pedirme una disculpa a mí y a todo aquel que se sienta ofendido por lo que sigue. Sé que dije que ya no más, pero hoy el destino me dió una voltereta; la fotografía de esos ojos color miel saltó como cucaracha en una página que hace mucho no visitaba, pero estaba todo puesto para que yo diera click sin imaginarme que ahí estaba ella y sus ojos, su cuerpo, sus letras. Lloré sin más, me solté y le di vuelo al pintar en el suelo charquitos de luna... y el cuento se dió.
¿Les ha pasado algo tan maravilloso en la vida, algo que sencillamente vale todo en este mundo, que no quieren olvidar/guardar?Esta es la historia de una niña muy puta. Puta en el sentido que siempre ha estado rodeada de mujeres, de su madre, su abuela, sus tías, sus hermanas, sus amigas, sus complices, sus enemigas. Es la historia de una mujer que siempre creyó en las princesas, pero no en los principes sapos. Es la historia de una niña/mujer que con el paso de los años dejó de reir a carcajada. Todos los días trataba de vivir teniendo equilibrio, nunca lo consiguió; caminaba en zapatillas de colores, pero un día también eso se perdió. Y se enamoró la primera vez, y se entregó hasta los huesos; y no escuchaba nada más que el latido de su princesa y el de ella cuando se juntaban. Pero esa princesa fue mala con ella, se reía a sus espaldas con una doncella; y la niña/mujer lloró por tres años metida en una caja de madera como titere. Después intento con más princesas, pero la niña/mujer no quería más princesas, y se busco una bruja, y se enamoró de la bruja, ambas reían las noches enteras sobre la escoba, pero la bruja siempre fue celosa y embustera. En realidad con cada beso, con cada palabra de amor no sólo le estaba robando el corazón, también el alma. Y los últimos meses la niña/mujer tenía siempre los ojos aguados y la bruja la hirio, y la niña/mujer se defendía pero estaba enamorada y el amor, el amor la cegaba y volvía a caer con la bruja. Después de un tiempo la niña/mujer dejó a la bruja, y la bruja quería hacerla volver con hechizos y posimas mágicas, pero ella no regresó. Y la niña/mujer se enredo con muchas más brujas y princesas, también hubo una doncella pero la niña/mujer se estaba quedando vacía e intentaba robarle la escencia a todas ellas, sin embargo, no funciono. Ella cansada de su vida seguía sin equilibrio y caminando sin mirar. La vida era tan puta, en el término de grosera, pelada y mala con ella que pensaba en caminar por caminar; nada había sido tan grande como para querer acordarse de ello toda su vida. Una tarde sin más la niña/mujer se topó con otra niña/mujer, las dos se miraron, y nuestra niña/mujer se perdió en la miel de aquellos ojos brillantes y enormes. Las dos niñas/mujeres se besaron y decidieron ir juntas. Nuestra niña mujer descubrió lo que nunca antes tuvo: sencillez. El amor que ahora tenía era sencillo, podía caber en un arroz o en una oruga, porque amor sólo tiene cuatro letras lo demás viene implicíto. Pero nada es para siempre, y una tarde/noche de octubre la niña/mujer terminó con nuestra niña mujer. Y las dos lloraron en silencio, pegaditas cada quien a su lado de la cama, y se miraron, y querían besarse pero no, un final así no podía llevar un beso. La niña/mujer lloró un día, después la buscó en los cigarros mentolados (ligth) y cafés americanos, pero no la hayó. Triste decidió olvidarla y ahí se le reveló: hasta antes de ese amor sencillo nada era tan maravilloso de recordar, nada era tan grande como ver a "su" niña/mujer enmarcada en aquella puerta de madera del siglo XVI esa tarde de viernes esperando que saliera de trabajar, porque el amor es eso, el amor es que te esperen en la puerta mientras sales; la puta vida sólo le había dado ese instante maravilloso que no puede ni quiere olvidar. La puta vida se portó decente con ella para que si un día nuestra niña/mujer quiere morir, lo pueda hacer en paz.