domingo, 28 de marzo de 2010

Sin sentido

Y no sé qué voy a hacer contigo en mi vida. ¿Dónde te acomodo? Vamos, que sé que te puedo apreciar, que me puedo sonrojar (justo como cuando me miras), pero de eso no va la vida. La vida va mucho más allá, va de amar, de romperte el alma y el corazón, de que se te va el aire, de que no te queda nada si de pronto, en un instante, miras a una persona y descubres lo que hace mucho habías olvidado: que vale la pena vivir, que no importa qué o cuánto sea ese momento, lo entiendes todo; que vale la pena vivir sólo por mirarle y amarle desde el fondo, con cada pliegue, con cada hueco, con cada vello. Lo entiendes todo. O cuando menos, ya no preguntas nada.
Hace mucho que se me fue la cabeza y los pies también; mucho tiempo que no voy en sintonía con este mundo, que no tengo espacio. Hasta un desliz me sabe mal y actúo justo como las personas que critico. ¿Ves? Ya no sé de qué va este momento de mi vida y aún así tú insistes en quedarte conmigo y me divierte, pero no debe divertirme, debe arrancarme el alma, debe dejarme sin aliento.
Mientras tú, que lo sabes y me miras, te me pones enfrente y me das cada dos semanas, dos semanas más para que lo piense. Esperas que decida quedarme contigo. Yo no decido nada y otras dos semanas más. No es justo. No es justo, pero me gusta jugar aunque te rompa el corazón y tú no logres colocar al mío.

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