Me llamas, me vienes a buscar y me besas. Es la prueba - me dices - de qué tú y yo estamos predestinados. No entiendo, te aparto. Busco en la bolsa de mi sueter, no encuentro. ¿Pero qué busco?
Doy media vuelta y comienzo a caminar. No creo en las predisposiciones, más bien en las casualidades. En la fe inmensa que mueve el mundo. En los niños que lo aprenden todo y en los adultos que siempre mienten.
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