martes, 10 de julio de 2007

DEMINIOS

Diego estoy sola. Diego ya no estoy sola: Frida KahloÉsta que ves, mirándote a los ojos, es un engaño. Bajo los labios que jamás sonríen se alinean dientes podridos, negros. La frente amplia, coronada por las trenzas tejidas de colores, esconde la misma muerte que corre por mi esqueleto desde que me dio polio. Mira, veme bien, porque quizá sea ésta la última vez que me veas, Mira mis ojos de vigilia y sueño, obsérvalos, nunca duermo o casi nunca, atravieso los días y las noches en estado de alerta, capto señales que otros no ven, mírame, yo soy el martillo y la mariposa que se congela en un instante como lo dijo Ignacio Aguirre, el pintor, mi amante. Siempre he despertado de la fiebre nocturna empavorecida pensando que me morí durante el sueño. ¿Ves mis manos cuajadas de anillos? Estas manos las beso, las reverencio, no me han fallado, han seguido las órdenes de mi cerebro, mientras mi cuerpo entero me ha traicionado. En esta piel que me envuelve, la linfa, la sangre, la grasa, los humores, los sabores están condenados desde que tengo seis años. Mi cuerpo ha sido un judas y en México a los judas los quemamos, estallan en el cielo, quedan reducidos a cenizas. Todos los años, cada cuaresma, cada viernes de Semana Santa, la misma ceremonia: la quema de judas en recuerdo a la traición. Las manos que ves trenzaron mi cabello largo, negro, y clavaron flores en mi cabeza; así el poeta Carlos Pellicer pudo escribir "estas toda clavada de claveles", estas manos que ves han enlazado a Diego, han podido echar el rebozo sobre mis hombros, han acariciado el pecho femenino de Diego, mi sapo-rana, han tomado "el pezón de la mujer deseada", han jalado la manta para protegerme del frío, pero sobre todo han detenido el pincel, mezclado el color en la paleta, dibujando mis pericos, mis perros, mis abortos, el rostro de Diego, mi nana indígena, el contorno de las caritas de los hijos de Cristina mi hermana, las cejas de mi padre, Guillermo; han escrito cartas y un diario, han enviado recados amorosos, me han hecho pintora. Las manos que ves tomaron la tijera y cortaron mi pelo, regaron los cabellos largos al suelo, me vistieron de hombre, me abotonaron la bragueta y escribieron la canción: "Mira que si te quise fue por el pelo, ahora que estás pelona ya no te quiero".Todo lo pinté, mis labios, mis uñas rojo-sangre, mis párpados, mis ojeras, mis pestañas, mis corsés, uno tras otro, mi nacimiento, mi sueño, mis dedos de los pies, mi desnudez, mi sangre, mi sangre, mi sangre, la sangre que salió de mi cuerpo y volvieron a meterme, los judas que me rodean, el que cuida de mi sueño en la noche, el judas que me habita y no dejo que me traicione. Al pintarlos no los exorcizaba, nunca quise exorcizar a nadie, ni a nada. Supe desde niña que si exorcizaba mis demonios sería india muerta.
Monólogo recreado por Elena Poniatowska, escritora mexicana.

2 comentarios:

mosquita muerta dijo...

un relato muy visceral

que pasó con la llorona de antaño? se transformó en princesa?

Silvia García dijo...

Que bonito blog, me encanta como te expresas, sigue asi, seguire visitandote, saludos! nos leemos!