jueves, 2 de octubre de 2008

1968

Mamá tenía 3 años en el 68, mi padre 11.
Estudiantes, obreros, campesinos, ferrocarrileros, médicos, maestros, comerciantes, amas de casa, padres de familia, hermanos, hijos y amigos encontraron un lenguaje común en ese año: 1968.
Aunque el Movimiento estudiantil en México se gestó antes, pero en el año 68 las demandas encontraron un punto común debido a la explosión represiva del entonces Presidente, Díaz Ordaz.
A 40 años, ¿qué ganamos?, ¿qué perdimos?, ¿qué hemos aprendido?, ¿qué hemos hecho bien?, ¿qué hemos hecho mal?, ¿dónde están los seis puntos del pliego petitorio?, ¿dónde están los presos políticos?, ¿dónde están los represores?, ¿dónde está la juventud?, ¿dónde están los niños?, ¿dónde está la esperanza? La esperanza.
Ganamos mejoras, pequeñas y medianas, en la democracia; algunos triunfos para los campesinos como en Topilejo, ganamos símbolos de resistencia y lucha. Ganamos miedo, perdimos fe, perdimos hermanos, padres, conocidos, amigos; perdimos poco a poco la confianza en las movilizaciones.
Yo voy aprendiendo qué fue 1968 y qué es 1968 hoy. Tlatelolco, el Zócalo, Vallejo, Lecumberri y todos esos sitios que los ancianos y adultos contemporáneos tomaron para exigir mejores condiciones de vida.
1968 es el año que nos cambió, en el que los adultos (no todos) creyeron en los jóvenes y sus ideas; 1968 es el año que cambió el mundo, qué cambió mi país, un país al que hoy veo derrumbarse, un país en el que los jóvenes ya no somos el futuro.
Antes, lo retrata Elena Piniatowska en La noche de Tlatelolco, los jóvenes eran el futuro, pero el 68 demostró que el gobierno no estaba dispuesto a hacerlo realidad, o bien, que el futuro era 1968: y sólo llegó y se fue.
Desde mi muy inexperto e inculto punto de vista, creo que fallamos las generaciones posteriores al 68. Sí, los jóvenes de entonces tenían muchas, demasiadas dicen algunos, expectativas; pero hoy, quienes somos jóvenes carecemos de ellas, de esperanza y sentimiento de lucha.
En 1968 había voces en contra, a favor, al margen. Hoy sencillamente las voces se apagan, los más dejamos que pasen las cosas, los pocos luchan por lo que creen, mientras el gobierno obstaculiza que encontremos de nuevo ese lenguaje común con miras a un México mejor.
¿Por qué centro este texto en los jóvenes y la esperanza?
Porque soy joven, porque mi esperanza perece y necesito buscarla; ponerte a pensar a ti que me lees: ¿será que éste es el “futuro” de 1968?, ¿no hay más?, ¿por qué?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ayer andaba con el dia F.Delgadillo,justo escuchaba la cancion No se olvida..
Abrazos.