sábado, 22 de noviembre de 2008

Cómprate una vida y vívela

En las películas los jóvenes de cierta edad (entre los 18 y 25, aunque siempre se ven de más) se salen de casa con la excusa de huir de sus padres. Bien, yo supongo que mi caso no ha de ser el único pero podría resultar extraño: No quiero huir de mis padres porque los amo, pero sí de mis tías solteras y metiches.
Tengo dos tías maternas solteras (51 y 41 años), viven en casa. La primera, G., no vivía aquí, se encargaba de cuidar a unos primos mientras sus padres trabajaban y construían su empresa, después de un tiempo le dieron las gracias y una patada por el culo porque no iban a cargar más con ella en sus viajes por México o el mundo, la excusa fue que los “niños” ya pueden cuidarse solos. Bien pues llegó a casa hace cuatro años y han sido los más difíciles de mi vida porque tiene un humor de perros y nunca se ha llevado bien con mi abuelo.
V., la segunda, es la más chica de los hijos, la consentida de mi abuela materna (+) y por tanto la “intocable”, soltera porque se quedó esperando al novio, tal la dejó por otras muchas chicas en el país. Así que se quedó en casa, estudio cultura de belleza y luego enfermo de leucemia; pese a lo que dijeron los médicos, ella sigue viva desde hace 16 años. Tiene el don de mando, el aire de hacer y destruir cada que le plazca. Desde hace un tiempo se iba a trabajar fuera por temporadas, pero desde hace cuatro años está en casa para joder la vida a los otros.
V. quiere ser la buena con mi abuelo. G. quiere ser la mala con mi abuelo. Pero ambas quieren joder todo lo que tocan. Sin embargo, no quitemos que tienen sus buenos momentos pero son tan conformistas que me salen ronchas, son tan “exquisitas” que sólo puedo devolver lo que como. Así, entre un ambiente demasiado familiar pienso huir un día de estos de estas dos brujas porque temo ser el resultado de su maldad sino corro antes.
Y, además, ya es tiempo ¿no?

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