jueves, 25 de junio de 2009

Cuando Michael Jackson murió

- Rose, a qué no sabes.
- ¿Qué pasó?
- Murió Michael Jackson.
Reí y se los conté a todos los de la oficina, pero nadie más rió; en realidad sus caras se secaron y endurecieron. Yo no lo creía cierto, a Michael Jackson no me lo imaginaba muerto, ni en ese momento ni nunca.
Me senté frente a la computadora y sí, El Universal lo confirmaba: “Muere Michael Jackson”. Silencio. Era el “Rey del Pop” y eso pesaba en todos, más allá de mis compañeros de trabajo. Por mi parte, como nunca me gustó hasta desquiciarme, la noticia era sólo sorprendente, no sentimental.
Pero Jackson iba más allá del gusto, de la edad, de los géneros, de los escándalos, de lo irreal. El Metro lo ratificaría minutos más tarde.
- Paco, ves que trabajaba en Palacio, dice que cuando ofreció su último concierto aquí se fue de compras y lo vio, que era como el papel: blanco. No de color “carnita”, era blanco espantoso.
- Tan guapo que era.
- Que tenía la nariz toda respingada y diminuta.
- Sus hermanos, bueno, todos eran guapos.
- Pero se pasaron a “fregar”, era como un gen de familia, ya ves que Janet está espantosa.
- ¿Se blanqueó?
- No, por las drogas.
Michael era esa clase de personas de la cual se habla como si fuera tu vecino, como si hubieras crecido en el mismo barrio; sin embargo, también te parecía distante y, quizá por ello, imponente.

Llenó miles de foros; vendió millones de discos; inspiró a millones de jóvenes alrededor del mundo y su muerte, inesperada como casi todas, llegó desde “La Z*” (107.3 FM) hasta los noticieros más importantes, llenó las páginas web de información y saturó los periódicos por la sencilla razón de que era “El Rey del Pop”, y seguramente no existe nadie de más de 10 años que no lo conociera.

*estación de músico grupera.

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