lunes, 4 de agosto de 2008

ENFRENTA LA JUSTICIA CONTRA LA JUSTICIA Y DEBILÍTALA

José Medellín Rojas viajó desde Nuevo Ladero, Tamaulipas a los Estados Unidos; formó parte de la pandilla “Texas Seven”; se escapó de una prisión en el sur de Texas; asaltó una tienda deportiva; violó y asesinó a golpes a dos niñas de 14 y 16 años en Houston. Hoy, él es el vivo ejemplo de que enfrentar a la justicia contra la justicia termina por debilitar a la misma.
En 1994, Medellín fue sentenciado por las violaciones y asesinatos. Ahora, Texas resiste ante la presión de organismos defensores de los derechos humanos, como Amnistía Internacional (AI), de no ejecutar a José Medellín Rojas este martes 5 de agosto.
Durante el proceso judicial, el mexicano no tuvo acceso al cónsul mexicano, Carlos Ignacio González Magallón. Hace unas semanas Medellín Rojas pidió audiencia para revisar su caso. La Corte Suprema rechazó su apelación, por lo que espera la pena capital.
Sin embargo, organismos internacionales han solicitado el aplazamiento de ésta porque no tuvo asesoramiento de su cónsul en Texas; lo que está garantizado por el tratado internacional firmado en 2004 por la Corte Internacional de Justicia (o Corte Mundial).
Ante el anuncio de dicho dictamen, en 2004, el Presidente estadounidense, George W. Bush, se mostró en desacuerdo, pero ordenó a los estados acatarlo. Pero Texas se ha negado a la petición de detener la ejecución y otorgar audiencia. En marzo, la Corte Suprema dijo que “ni el presidente George Bush ni la Corte Mundial pueden obligar a Texas a cambiar de actitud”.
José Medellín recibe poco apoyo familiar y de amigos. Hace un tiempo, él escribió en "Bonds Behind Bars" (Vínculos Tras las Rejas) su deseo por encontrar esperanza: “… verdaderamente entiendo lo difícil que es tener a alguien amado en un proceso en el que la muerte es seguramente una posibilidad… Y aun así, todos entendemos que la desilusión es capaz de llevarnos a través de otros seres humanos… Por lo tanto, deberíamos ser igualmente conscientes de esto, que a través del amor y la amistad también puede darse esperanza".
De seguir adelante, Medellín Rojas, de 33 años, se convertiría en el primero de 50 en cumplir su sentencia: morir, en Huntsville, violando un tratado. Los abogados de José sostienen que a su cliente se le negaron las protecciones de la Convención de Viena (1963); dicen que "No hay duda de que si Texas ejecuta al señor Medellín en estas circunstancias, Texas ocasionaría que Estados Unidos viole irreparablemente convenios hechos a nombre de toda la nación y en consecuencia comprometiendo los intereses de Estados Unidos que tanto esta corte como el presidente han descrito como apremiantes".
Hasta el día de hoy, no hay respuesta favorable por parte de Texas. Este estado lleva 409 ejecuciones desde 1982, fecha en que se reanudó la pena capital. Robert Black, vocero de Rick Perry, gobernador del estado, ha dicho que Perry sólo busca cumplir la ley y se fija en los hechos ocurridos: las violaciones y los asesinatos; y serán con 86 dólares, según el diario mexicano El Universal, con lo que se le quitará la vida a Medellín.
Ante los ojos de muchas personas, entre ellos el gobernador texano, Medellín Rojas violó y asesinó. Mitchell Corey, autor de Pure Homicidio (Puro Homicidio), libro sobre el suceso, dijo que el grupo actuó “con una mentalidad de turba, como una escena de motín”.
Sin embargo, ante los ojos de organismos internacionales, y familiares de José, él debe ser juzgado conforme a la ley, porque aún siendo delincuente, la justicia dicta sentencia conforme a leyes. Así, la mirada internacional está puesta en Texas; el gobierno mexicano, AI y la Corte Mundial, no piden la absolución, sino un juicio respetando lo acordado en 2004.
El caso José Medellín Rojas enfrenta a quienes piden justicia y el cumplimiento de la ley, cualquiera que sea su posición: a favor de la ejecución el día de mañana o la suspensión temporal hasta la revisión del juicio.
Si bien es cierto que atentar contra los derechos humanos de otras personas, violar, golpear y asesinar a cualquier persona debe ser castigado. También es cierto que la ley castiga con ley; ley aplicada conforme a normas.
Las leyes no son flexibles, o cuando menos no deberían serlo, se debilitarían sus cimientos. Cimientos con tantas interrogantes, ya lo decía Hans Kelsen en ¿Qué es justicia?:
“Ninguna otra cuestión se ha debatido tan apasionadamente, ninguna otra cuestión ha hecho derramar tanta sangre y tantas lágrimas, ninguna otra cuestión ha sido objeto de tanta reflexión para los pensadores más ilustres, de Platón a Kant. Y, sin embargo, la pregunta sigue sin respuesta. Parece ser una de esas cuestiones que la sabiduría se ha resignado a no poder contestar de modo definitivo y que sólo pueden ser replanteadas”. (KELSEN, 1996, pág. 35).

Foto 1: José E. Medellín Rojas
Foto 2: Abuela de José, Eleuteria Almendariz Perales.
KELSEN, H. (1996). ¿Qué es la justicia? Buenos Aires: Planeta Deagostini.

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