jueves, 4 de enero de 2007

Entre viboras sin luna

Me tocó, bueno quise, le gane a Carlangas ir a taquilla, en la oficina no había nada y bueno ayer me di una ENORME aburrida sin trabajo. Llegué, salude a Virginia la encargada oficial, dejé mis cosas y ahora sí a trabajar. Todavía queda una semana de vacaciones, hay mucha gente en los paseos, así que a dar informes y a escuchar a Vicky y su letania sobre la situación del Fideicomiso. Nada, yo callaba y no decía nada, movía la cabeza pero ni una sola palabra. Sonreía cuando tenía que sonreir.
Estamos entre Palacio de Bellas Artes y la Alameda Central. Los marmoles dan mucha luz, y luego el verde de los árboles y el pasto. Los policías montados a caballo con trajes de charro. Uno se acerca a saludarnos, Jesús, un guía se queja del calor: "Nada más que no se cague aquí el caballito todo está bien eh, ya anoté sus placas para que no digan luego", le suelto al jinete. Sonríe y se jala.
Frituras, fruta con chile y limón, helados, aguas, refrescos y sonó Alejandro Filio y su Sin la luna.
... me acordé de todo el filo del cuerpo, de las notas altas y del mi conmigo.
Mientras la taquillera me explicaba su afición por las viboras. Dice que se parece a ellas, que sólo le falta aprender a picar. Ya creo que sí, porque se arrastra muy bien, es cautelosa, silenciosa aunque le gusta el chisme.
"A mi también me gustan las viboras pero no el chisme", respondí. Me miró para después carcajearce. ¿Habrá entendido?

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